Traigo aquí esta canción
por mi admiración hacia las tres personas que la han hecho posible: Agustín
García Calvo (el poema), Chicho Sánchez Ferlosio (la música) y Amancio Prada (la
interpretación).
Agustín García Calvo (Zamora, 1926 – 2012), filólogo,
filósofo, poeta, dramaturgo, ensayista, traductor… Expulsado de la universidad en
1965 por apoyar el movimiento estudiantil, continuó su docencia en Francia y fue
restablecido en su cátedra de Madrid en 1976.
A pesar de haber recibido premios importantes
(Nacional de Ensayo en 1990; Nacional de Literatura Dramática en 1999 y Nacional de Traducción en 2006), sigue
siendo un autor bastante desconocido, sobre todo por su negativa a aparecer en
televisión (“solo existe quien sale en televisión” decía) y a publicar en
grandes editoriales.
Vivió como pensó y enseñó. Crítico frente al
Poder (Estado + Capital) y los Medios de comunicación, que él llamaba Medios de
formación de masas. Participó activamente en el movimiento del 15-M. Murió de
un ataque al corazón en 2012. En 2013 se le hizo un homenaje en el que
participaron entre otros amigos Isabel Escudero y Amancio Prada.
Con José Luis Sanpedro, todo un referente para
orientarse en estos tiempos revueltos.
Chicho Sánchez
Ferlosio (Madrid, 1940 - 2003), cantautor que al igual que su amigo Agustín García
Calvo, de quien musicó con acierto muchos poemas, optó por permanecer al margen
de la cultura oficial, actuando donde quiera se les llamara o les apeteciera,
pero sin mostrar el menor interés por la promoción comercial.
Amancio Prada (Ponferrada, 1949). Si con Joan Manuel Serrat descubrí
a Antonio Machado y a Miguel Hernández, a Amancio Prada debo mi descubrimiento
de San Juan de la Cruz (el más grande, con permiso de Góngora).
Amancio Prada interpreta Tú, cuya mano como ni de lejos podría
Chicho (aunque la cantó con él haciendo este una segunda voz).
Tú, cuya mano (1976)
Tú, cuya mano
me ha bañado
de un fuego transparente las espaldas,
cuyos ojos en claros naufragios hundieron
algunos principios elementales de mi alma,
tú eres mi patria.
Tú, que no tienes apellido,
que no sé si eres pájaro o si alcándara,
que de todos tus brazos las letras de plomo
cayéndose han ido, como si fueran nueces vanas,
tú eres mis padres
y mi patria.
Tú, que ni tú te acuerdas dónde
tendiste a orear las nubes blancas,
que de tantos amores que tienes confundes
el nombre de todos los días de cada semana,
tú eres mi Dios
y mis padres
y mi patria.
Tú, que tan dulcemente besas
que el cielo bocabajo se volcaba,
y que no se sabía de quién ya la lengua,
de quién la saliva, de puro sabrosa y templada,
tú eres mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.
Tú, que apacientas calaveras
por las praderas de la verde África
y a los rojos leones les echas de pasto
las rosas de leche de luna de Nuruquimagua,
tú eres mi ejército
y mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.
Eres mi ejército y mis leyes
y mi Dios y mis padres y mi patria,
y el ejército y Dios y las leyes y todas
las patrias y padres se creen que tú no eres
nada:
que no eres nada.
Para ser la primera
canción de amor (de declaración de amor) que traigo al blog, ahí queda eso.